Crujiente de calabacín y queso de cabra.

 

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«Las Escuelas» , ése fue  el lugar donde comencé a estudiar, era y  es el magnífico   colegio del pueblo a la vera de Gredos donde me  crié, Padre Nuestro  antes  de entrar a clase y   vaso  de leche  de los  americanos  en el  recreo,  los chicos en  el piso de abajo, las chicas en el de arriba  y allí estaba  ella todos los  días del curso, asomándose a la puerta, tan desafiante como atractiva , tan reluciente como vigilada, una  diaria e irresistible tentación a la  que no podía dejar de contemplar con ojos de  infantil  deseo. Sabía  que  no era el único, que había más con el mismo  anhelo , todos conocedores del terreno movedizo en el que nos movíamos pero también que de  conseguirlo serías envidiado por el  resto. Hubo escarceos , hubieron intentos baldíos que  no fueron  más allá de acechos y aproximaciones para escrutar  el peligroso terreno que  queríamos conquistar.

 

Finalmente  lo  conseguí, esa tarde  de mayo la  guardo  como uno de mis mayores logros,   Javi » Palmiro » y  yo  superamos a toda prisa la distancia que  nos  separaba del inicio y  ahí estaba, la mejor  barandilla  que os podáis imaginar, inclinación perfecta, ancho y pulido pasamanos  de madera de castaño sin la más mínima falla en todo su trayecto, recorrido dibujando  una  perfecta espiral  que abarcaba treinta y  ocho anchos peldaños de los que nacían  dos balaústres en cada  uno  de ellos, con un final de la baranda en  forma de delta que  te permitía salir como un proyectil , el sueño de todo niño ¿ Quién  era el guapo que se podía resistir a semejante provocación ?. No valía  deslizarse  a horcajadas había que hacerlo de lado desafiando a la gravedad. Por dos veces lo realicé , la primera con miedo, la segunda  a grito pelado. Poco  me importó que en este viaje  me recibieran las manos de Don Ramiro , la  derecha para darme un capón que  aún retumba en mis entrañas  y la  otra para retorcer  mi oreja izquierda hasta  que  adquirió un color rojo vinoso  intenso, diría que morado . Lo había conseguido, había pasado  el umbral de los valientes, daba igual  el castigo que a buen seguro me aguardaba.

Pequeño  relato de las  mil historias que guardo de  mi infancia  en la que también aparecen sabores y olores  como los  que  hay  en la receta que a continuación os presento. Ingredientes propios de la  zona,  tan sencillos  como el calabacín , el queso de  cabra y   el tomate que se mezclan para dar pie  a un plato  sabroso, de diferentes  texturas que satisfarán vuestros cada día más exigentes paladares.

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Plato  no  difícil de  hacer donde la  mayor  dificultad  radica  en el manejo de la delicada pasta filo, humedecerse ligeramente los  dedos facilita la labor.

La receta  la he tomado de la página secocina.com que os invito a conocer.

Tiempo de elaboración:45 minutos.

Nivel de  dificultad: fácil, a veces manipular la pasta  tiene su aquel.

Ingredientes para  4 personas:

 

  • Un calabacín de tamaño  no muy  grande
  • 14-16 tomates cherry.
  • 100 gramos de   queso de cabra en rulo. Si es Monte Enebro de La Adrada tocarás el  cielo.
  • 6 láminas de pasta filo.
  • 10/12 tallos de  cebollinos.
  • Sal , aceite y  pimienta.

Elaboración:

  1. Troceo  en dados pequeños el calabacín y  lo  rehogo a  fuego lento. Salpimento.
  2. Una vez pochado  añado los tomates y cebollinos debidamente troceados.Rehogo  todo  junto  durante  nos  5 minutos a fuego lento.Reservo.
  3. Impregno discretamente la flanera con una brocha mojada en aceite. 

  4. Corto cada lámina de pasta filo en tres, colocándolas en forma  de cruz en la flanera.
  5. Coloco en la misma la verdura  rehogada y   posteriormente  añado un trozo de queso de rulo.
  6. Con cuidado y  los dedos levemente mojados cierro los  bordes de la pasta  intentando  hacer un saco o  similar. 

  7. Meto  en el horno previamente precalentado a 200º  durante  15 minutos.
  8. Sirvo  caliente.Realmente muuuy rico. 

 

 

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6 respuestas a Crujiente de calabacín y queso de cabra.

  1. Fe dijo:

    Cuantas batallitas amigo Agustín!!
    Y vaya pintaza que tiene este plato. Rico, rico
    Un beso

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  2. yolandaloarce dijo:

    Muy resultona la receta y si además está rico no se puede pedir más… Gracias Agustín

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  3. Mª Teresa Villalba dijo:

    No me gusta ni el queso ni el calabacín pero con semejante historía merece la pena intentarlo.
    Eres único poniéndonos en situación doctor!
    Y lo que más me gusta a parte de las elaboraciones los emplantados, ¡me encantan!
    Sigue deleitándonos con tu arte en la cocina y con la prosa.

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